PILAR DE LA MISIÓN

El deber ser de la Iglesia es la Evangelización, ya nos lo dice el papa Pablo VI en la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (E.N) Nro. 14 "Ella, [La Iglesia] existe para Evangelizar, es decir para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de la muerte y resurrección gloriosa".
Esta tarea que tiene la Iglesia está dirigida a toda la humanidad; que ningún hombre y mujer se queden sin el mensaje de salvación: "Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad: "He aquí que hago nuevas todas las cosas" (Ap. 21, 5; cf. 2 Cor. 5, 17; Gál. 6, 15). Pero la verdad es que no hay humanidad nueva si no hay en primer lugar hombres nuevos con la novedad del bautismo (Rom. 6, 4) y de la vida según el Evangelio (Ef. 4, 23-24; Col 3, 9-10). La finalidad de la evangelización es por consiguiente este cambio interior y, si hubiera que resumirlo en una palabra, lo mejor sería decir que la Iglesia evangeliza cuando, por la sola fuerza divina del Mensaje que proclama (Rom. 1, 16; 1 Cor. 1, 18; 2, 4), trata de convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprometidos, su vida y ambiente concreto" (E.N 18).
La vocación que tiene la Iglesia a la Evangelización no nace de sí misma, sino que ha sido enviada por el mismo Señor Jesús: "Por tanto, id a hacer discípulos entre todos los pueblos, bautizadlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo" (Mateo 28, 19), y es, en esa comunión trinitaria, desde donde la Iglesia ejerce toda su fuerza, poder y misión para hacer de todo hombre y mujer, hijos de Dios.
Jesús ha sido enviado por el Padre, expresión máxima de su amor, dejando el Espíritu como vivificador y dispensador de todo el amor: "Puesto que el Espíritu Santo es la Unción de Cristo, es Cristo, Cabeza del Cuerpo, quien lo distribuye entre sus miembros para alimentarlos, sanarlos, organizarlos en sus funciones mutuas, vivificarlos, enviarlos a dar testimonio, asociarlos a su ofrenda al Padre y a su intercesión por el mundo entero. Por medio de los sacramentos de la Iglesia, Cristo comunica su Espíritu Santo y Santificador, a los miembros del Cuerpo" (Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) Nro. 739).
La Iglesia responde a este llamado de la misión de Jesucristo mediante la "comunión y participación". Una Comunión que permita
- Llevar hacia el Padre, por Jesucristo, en el Espíritu Santo.
- Unir a toda la humanidad con Dios en Cristo, para vivir su Vida, su Amor y su Verdad.
- Transformar y transformarse en Cristo ("ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí" Gál 2.20).
- Congregar en torno a Jesucristo para que se viva en "comunidad", con un sólo corazón y una sola alma.
Una Participación para
- Recibir la Vida Nueva y los dones de Dios, los tesoros del amor de Dios.
- Unirse a su acción salvadora: dar lo recibido y ser signo e instrumento suyo.
Alineados con la madre Iglesia que en Pentecostés recibió todo el ardor para comunicar el Nuevo camino en Cristo Jesús, el Servicio de Comunión de la Renovación Católica Carismática de Medellín desea replicar la experiencia y el servicio de la misión, con una experiencia carismática, uniéndonos a las intenciones y misiones de la Iglesia.
Todos y cada uno de los que viven esta experiencia de vida en la Renovación Católica Carismática (RCC), estamos enviados siempre a evangelizar. Estamos llamados a vivir la Comunión y Participación en diversos niveles eclesiales como son la Iglesia particular de la Arquidiócesis de Medellín, en los movimientos eclesiales, dentro de los diversos ministerios y servicios eclesiales; somos evangelizadores y animadores misioneros. Estamos llamados a dar un especial impulso a la misión Ad Gentes y a la nueva evangelización, un compromiso en la evangelización universal dando prioridad a la evangelización de los no cristianos tanto en nuestro ambiente como del mundo entero, hemos de vivir y promover intensamente la comunión y participación en las comunidades y grupos de oración dentro de la RCC para que sean dinámicos y misioneros.
Fuimos elegidos por el Señor para ser enviados a predicar como fueron los apóstoles enviados (Mt. 6.7-12), donde la misión se hace por amor a Jesucristo y al evangelio sin pensar en tener una evangelización lucrativa y con intereses personales que satisfagan el egoísmo.
El papa Francisco propone la misión como paradigma de la renovación de la Iglesia, pero una renovación llevando siempre la misericordia de Dios.
"La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno. En nuestro tiempo, en el que la Iglesia está comprometida en la nueva evangelización, el tema de la misericordia exige ser propuesto una vez más con nuevo entusiasmo y con una renovada acción pastoral. Es determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio que ella viva y testimonie en primera persona la misericordia. Su lenguaje y sus gestos deben transmitir misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar el camino de vuelta al Padre" (Misericordiae Vultus, Nro. 12, año 2015).