PILAR DE LA COMUNIÓN

"Que todos sean uno; como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste" (Juan 17, 23)
El Concilio Vaticano II comienza su constitución sobre la Iglesia diciendo: "La Iglesia es en Cristo como un sacramento o signo e instrumento de la Unión íntima con Dios y de la Unidad de todo el género humano (Lumen Gentium (LG) Nro. 1)". También el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) en el numeral 775 lo enuncia como un fin importante de la Iglesia: "Ser el sacramento de la unión íntima de los hombres con Dios es el primer fin de la Iglesia. Como la comunión de los hombres radica en la unión con Dios, la Iglesia es también el sacramento de la unión del género humano. Esta unidad ya está comenzada en ella porque reúne hombres de toda nación, raza, pueblo y lengua (Ap. 7, 9)"
En Cristo, la Iglesia queda fundada y radicada en la comunión trinitaria y vuelta hacia ella ha de vivir de modo permanente. No se entiende la Iglesia que no camine hacia la unidad y que no se afiance desde la comunión. Es Cristo mismo el que dispone el vínculo de la Unidad: "Cristo da permanentemente a su Iglesia el don de la unidad, pero la Iglesia debe orar y trabajar siempre para mantener, reforzar y perfeccionar la unidad que Cristo quiere para ella (CIC Nro. 820).
La promesa del don del Espíritu hecha por Cristo, a partir de Pentecostés, se convierte en don para llevar a cabo esta común-unión que el ser humano por sí solo no es capaz de lograrlo.
Es el Espíritu quien transmite la gracia para que cada uno, desde la opción por Cristo, pueda vivir abierto a los demás siendo un REGALO para los otros: es darse a los demás, Dios Padre en su Hijo me ha amado y esto lo entrego a los demás, la alegría de sentirse amado por el Señor. Viviendo la ACOGIDA: Todos necesitamos del amor del Señor, acogiendo en el corazón la generosidad del amor de Dios que transforma mi vida, acojo la presencia del otro en mi vida: son sus limitaciones las que me han de llevar a abrirme más al amor de Dios para acogerlo desde la ternura de Dios. Creando lazos de FRATERNIDAD: la vida de cada bautizado, asumida y transformada por la gracia del Señor, va dirigida a romper la cerrazón individualista o clasista que destruye toda comunión.
El Espíritu, que mora en cada uno de los bautizados, hace posible que siendo Regalo nos lleve a oponernos al egoísmo, viviendo la Acogida nos opongamos al orgullo y la Fraternidad se oponga a la división.
Considerando todo lo anterior,el Servicio de Comunión de la Renovación Católica Carismática (RCC) está constituido por diferentes pilares, y su objetivo principal es mantener la identidad y generar unidad facilitando la comunión entre las comunidades existentes y grupos de oración en la RCC de Medellín.
El primer pilar es la Comunión, que se define como el vínculo de propósito común y devoción que une a los cristianos entre sí y con Cristo.
El objetivo principal de la Comunión, es generar unidad y una relación de amistad entre todas las realidades de la RCC, trabajando en las diversas comunidades, en los diferentes grupos de oración, ahondando en las debilidades y las fortalezas de cada uno para ayudarse mutuamente y dejarse moldear por la acción del Espíritu.
En el servicio de comunión buscamos integrar cada uno de los grupos de oración y de las comunidades activas en la RCC Medellín entendiendo sus diferencias y la manifestación del Espíritu Santo que en todos se da de manera única y particular, pues cada una de las comunidades y grupos de oración se identifica con diferentes carismas que enriquecen nuestra RCC: Rom.12, 4-5.
Es un propósito del servicio lograr una verdadera comunión donde podamos compartir las fortalezas y los aspectos a mejorar de nuestras comunidades - grupos de oración y entre todos nos podamos apoyar y animar en el camino de la Fe; en tema de formación lograr fortalecernos allí donde encontremos falencias y así lograr la unidad.
La comunión genera la necesidad de mejorar, respetando siempre la libertad y que traerá como resultado la ejecución de nuevos proyectos a la luz del Espíritu Santo para el bien de nuestra corriente de gracia.
Entendemos este pilar como una oportunidad que nos incita a:
- Generar lazos de unidad que nos lleven a fortalecer la realidad de la RCC. - Promover un discernimiento mutuo para conocer desde la oración las nuevas necesidades surgidas desde la RCC.
- Enriquecernos desde la experiencia de los dones y carismas que el Espíritu Santo da a cada comunidad, grupo de oración o ministerio de la RCC, apoyándonos mutuamente en la vivencia extensiva de esta corriente de gracia a la que fuimos llamados.
Ampliando el pilar de la comunión desde el concilio vaticano II, nos invita a encontrar caminos de unidad antes que división, y dejar de lado las ideologías que a veces pueden entrar en algunos grupos o comunidades dejando una imagen de división dentro de la misma Iglesia. El Espíritu Santo siempre procura la unidad y nos ayuda a encontrar senderos para que la comunión permanezca en medio de todos.
Por lo tanto, el pilar de la comunión obedece al fundamento del servicio de comunión, que en síntesis es integrar a todas las comunidades y grupos de oración en un solo camino que nos dirige a un servicio común, logrando extender nuestra corriente de gracia en toda la arquidiócesis de Medellín, y que la participación, la misión y la formación nos ayudarán en este propósito común.